MÉXICO.- Soledad Campbell, mejor conocida como Gloria Campobello (Parral, Chihuahua, 21 de octubre de 1911-Ciudad de México, 1 de noviembre de 1968) fue primera bailarina y coreógrafa del Ballet de la Ciudad de México y maestra de la Escuela Nacional de Danza.
Considerada una de las mejores bailarinas de su época, su talento dejó una impronta para la danza en México, tanto por su nivel técnico e interpretativo y sus coreografías, como por su enseñanza. Así lo consideró en entrevista el especialista del Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de la Danza José Limón (Cenidi Danza), César Delgado Martínez.
“Ella tuvo la oportunidad de calar su talento cuando vinieron al país los bailarines Anton Dolin y Alicia Markova, quienes bailaron con el Ballet de la Ciudad de México (en 1947). A ella la invitaron a trasladarse a Estados Unidos y Europa, pero nunca lo hizo. No se sabe por qué. Ciertamente se cree que fue por su hermana, Nellie Campobello, quien era directora de la compañía y jefa de la familia. Lo cierto es que ambas hicieron un trabajo que debe investigarse más desde la danza.
“Por ejemplo, el libro que escribieron juntas, Ritmos indígenas de México, publicado en 1940, no se ha vuelto a reeditar y fue un libro muy adelantado a la época. Hace un recopilado de distintas danzas, además, ilustrado por uno de sus hermanos, en el que registraron los movimientos corporales, por lo cual se vuelve un intento importante de notación coreográfica y de estudio del movimiento”, explicó el investigador.
Agregó que “es difícil diferenciar qué hizo una y qué hizo otra, porque siempre trabajaron juntas y su relación está velada por muchos claroscuros. Además, la presencia de Nellie fue más amplia, tanto por su personalidad como por su vocación de escritora”.
Comentó que durante un tiempo bailaron juntas algunas danzas mexicanas, sobre todo en las misiones culturales que fundó José Vasconcelos, donde Nellie vestía de hombre y Gloria de mujer, y cuando en los años cuarenta fundan el Ballet de la Ciudad de México, Gloria asume el papel de primera bailarina, tomando en cuenta que, entre todos los que bailaban, era la que tenía mayor formación.
César Delgado destacó que en el ballet, Gloria hacía algunas coreografías y Nellie llevaba la parte de la dirección, pero ambas fueron un equipo junto con la gente que colaboró con ellas, sobre todo porque hicieron un proyecto de carácter nacionalista con fuertes raíces en el ballet clásico. Esta fue una de sus vertientes, otra fue la escenificación de las danzas tradicionales de México, lo cual fue muy importante porque en México no existía eso.
“Cuando aparece el término ‘folclórico’, ellas ya lo estaban manejando. De hecho, Nellie decía que el término era de ella. Lo importante es que Gloria trabajó como bailarina y creadora, pues hacía desde un ballet ortodoxo hasta expresiones más folclóricas, y eso marcó la ruta de lo que después sería el ballet folclórico en México”, explicó.
El investigador consideró que es necesario recuperar la presencia de Gloria Campobello de forma individual: “A Nellie le han dedicado varios monumentos, tiene un busto en su lugar de nacimiento, en Villa Ocampo (Durango), pero Gloria no lo tiene en Parral. Si bien su vida como bailarina es breve, sienta un precedente importante para la danza en México. Asimismo, su labor como maestra fue destacada porque ella se dedica más a la docencia que su hermana y a sus estudiantes les dedicó gran parte de su labor y tiempo”.
Sin embargo, compartió que “en el caso de las dos se necesita más información sobre sus aportaciones, pero en el caso de Gloria todavía más, porque estaba supeditada a la imagen de su hermana. Eso es algo que le toca a las nuevas generaciones de investigadores, porque ni siquiera se sabe si tuvieron una metodología de enseñanza estructurada”.
También consideró necesario rescatar sus coreografías, sin embargo, advirtió que sería una labor muy acuciosa, ya que muchos de sus documentos se perdieron tras la muerte de Nellie: “Tuvieron coreografías importantes, incluso masivas, como la 30-30, con coreografía de ambas y de Ángel Salas y música de Francisco Domínguez, que se estrenó en el Estadio Nacional, entre otras piezas en las que participaron artistas como José Clemente Orozco, Julio Castellanos, Carlos Orozco Romero y Roberto Montenegro”.