PUEBLA, MÉXICO.- Alejado de los parámetros que marcan que solamente alguien con talento puede ser artista, los titiriteros Aldo Obregón y Kike Vaitya consideran que el acto teatral no es otra cosa mas que “llevar al extremo el hecho de jugar” y que cualquiera, con empeño e imaginación, lo puede lograr.
Así lo confirmaron en entrevista con LEVIATÁN tras ofrecer una función este domingo en el Teatro de la Ciudad para celebrar el Día Mundial del Teatro, el 27 de marzo.
Este par de artistas de la compañía teatral Trofofón Espectacular llevó a escenario la puesta titulada “Caperucita y el monstruo”, una adaptación del clásico cuento para niños donde al no llegar los actores principales (la niña, el lobo, la abuelita y el leñador), el director de la obra y su asistente tienen que tomar las riendas del asunto e improvisar, aunque en el trascurso se van dando cuenta de que la historia puede cambiar y que el cuento, a pesar de ser uno de los más conocidos y universales, tal vez ya no están vigente cómo se pensaría.
Sobre por qué una adaptación, Aldo Obregón explicó que al ser tan conocida por chicos y grandes, esta historia tendría “un montón de tela para trabajar” y empezar a cuestionarse, porque el teatro también es “cuestionar y transformar las cosas arriba del escenario para, poco a poco, ir transformando todo el mundo, paso a paso, golpe a golpe, verso a verso”.
Agregó que esta obra habla del quehacer del teatro, y está diseñada para que los niños, jóvenes y adultos se acerquen al hecho teatral, conozcan qué es lo que sucede sobre un escenario, y que entiendan que “actuar s jugar”, que estar sobre un escenario, ser un actor entregado, no es otra cosa que llevar al extremo el hecho de jugar”.
En ese aspecto se mostró alejado de la idea de que se necesita talento para hacer algunas cosas como bailar, actuar o cantar, por contrario dijo que “no es cierto, tal vez sí hay personas que desde que nacen algo les hace click en el cerebro y tienen mucha conciencia del cuerpo y sob desinhibidos, pero no sólo es eso, es sensibilidad, trabajo y entender te a través del arte”.
“Yo creo que si todos cantáramos más, bailáramos más y jugáramos a actuar más (…), los adultos que siguen bailando, jugando, dibujando, actuando, cantando, es gente que está más en contacto con sigo misma y eso sana y ayuda”.
Desde su experiencia, el titiritero constató que el teatro es una herramienta humana para crecer y sanar:
“El teatro sana, eso es una cosa de la que yo parto. Yo entré al teatro muy grandecito, soy músico de carrera y me toca hacer los guiones y la música de las obras; hace 5 años, ya con muchos años de carrera como músicos, encontré al teatro en mi vida y me di cuenta que el teatro empezó a sanarme un montón de heridas que tenía”.
Como creadores de diseño de personajes, de escenografía, texto y música original de sus obras, ambos aartistas coincidieron que es importante analizar cómo las infancias y juventudes empiezan a generar otras propuestas creativas, por lo que creyeron importante trasladar este arte de la titería y el teatro hacia las nuevas generaciones para seguir vigentes.
Por ello, agregaron que sería conveniente que el sistema educativo en México optara por continuar ofertando asignaturas de artes en todos los niveles educativos, incluso en la universidad, pues “el arte nos ayuda a encontrarnos en el otro”.
“Me encantaría que las asignaturas artísticas en las escuelas se le viera la importancia curricular que se les da otras materias muy importantes como lengua, matemáticas ciencias (…), pero creo que debemos poner también atención al otro hemisferio del cerebro que nos habla de la sensibilidad, de la belleza, de encontrarnos en el otro, de generar empatía”.