PUEBLA, MÉXICO.- De familia poblana, la artista plástica Lilian Hicel sabe que para ver se necesitan más que unos ojos sanos.
Fundadora del llamado movimiento artístico del Blindismo (Invidentismo, por su traducción al español), desde hace más de 20 años se ha dedicado a crear pinturas para ciegos, aunque mucho de su esfuerzo se haya extraviado en la incredulidad y la segregación social.
Y es que esta mexicana radicada en el extranjero ha comprobado que por medio del arte los ciegos o débiles visuales son completamente capaces de ver: a través de un lenguaje de texturas que ella creó, puede representar emociones, sentimientos, valores o momentos de la vida que luego plasma en pinturas de relieve.
A pesar de la crítica, la falta de apoyo de las instituciones de cultura mexicanas y problemas familiares ha luchado por demostrar que la inclusión en el arte va más allá de usar un lenguaje sin género, de tener rampas para discapacitados o audioguías en museos, y que son posibles salas completas con obras de arte pensadas en gente con capacidades diferentes, como los ciegos.
MADRE DEL INVIDENTISMO
Sin poder percibir la tercera dimensión desde el nacimiento, Lilian aprendió a “ver” con sus manos desde texturas, tamaños, dimensiones, distancias o estampados. Una habilidad que se conjugó con lo que le representaban sus ojos.
En 1998 el arte llegó a su vida, pero sin poder percibir la tercera dimensión, sus pinturas no le transmitían “nada”. Por ello comenzó a experimentar con otros materiales para crear pinturas con texturas con aluminio, hierro, metales o vidrio; para el 2003 llegó el acrílico, arenas, grabas, entre otros.
Así, con texturas ha desarrollado 36 texturas para plasmar emociones como la felicidad, esperanza, empatía, honestidad, deshonestidad, envidia o el dolor.
“El dolor se siente como las espinas de una rosa, la felicidad tienen una sensación agradable como la de un satín, la empatía tiene una textura que parecen ondas que suben y bajan, y la deshonestidad son ondas con arena que cuando las tocas se siente desagradable”, dice en entrevista con LEVIATÁN.
Pero sus obras no sólo son para invidentes, pues quienes tienen la capacidad visual pueden verlas en tercera dimensión, y con luz ultravioleta brillan en colores neón que algunos invidentes logran percibir.
“Es algo que nadie ha descubierto, que los débiles visuales ven bultos, pero si les pones luz negra alcanzan a ver detalles. La gente que es débil visual, con mis pinturas lo ve”.
A CONTRACORRIENTE
Hasta ahora lleva más de cien exposiciones en diferentes partes del mundo, desde el Museo del Louvre en Francia, el Museo de la Paz de Italia, Museo de Arte de Turquía, el Judío de Nueva Jersey, hasta algunas embajadas representando a México.
Ha tenido participaciones en el Ministerio de Educación y Cultura de Argentina en el libro “Escritores argentinos le escriben artistas latinoamericanos; en el Ministro de Cultura de Colombia, ha sido jurado y tiene reconocimientos de varios gobiernos de diferentes países.
Pero la falta de apoyo en México ha hecho que apenas el 10 por ciento de su participación haya sido en su país, en lugares como el Museo del Refugio en Guadalajara o el Museo Casa Gallo en la CDMX.
Aunque eso no la detiene, pues ha creado casi 500 piezas en cerámica, arcilla y lienzo, y donado casi 200 obras a diferentes instituciones, organizaciones y fundaciones de caridad en diferentes partes del mundo.
“A través de los años me he encontrado con gente ignorante que me dice que no es posible una pintura para ciegos o que es una pérdida de tiempo. Entonces, cada vez que hago una exposición trato de concientizar a la gente con vista de lo que es estar ciego, porque en todo el mundo la sociedad ciega es la más discriminada.
“La gente cree que no se dan cuenta de lo que pasa alrededor y es al contrario, son más sensibles que cualquiera de nosotros porque para poder ver usan sus oídos, el gusto, el olfato y el tacto”.
ARTE, UN MEDIO PARA CREAR CONCIENCIA
Aunque recuerda con alegría sus raíces poblanas, una situación de violencia intrafamiliar la llevó a refugiarse a ella y su hija en otra parte del mundo. No obstante, continúa usando su arte para sensibilizar a la sociedad.
Su objetivo sigue siendo que la gente viva las experiencias de los invidentes a través de las texturas, por ello anhela que cada museo del mundo confíe en el Invidentismo y abra una sala especial para que los ciegos disfruten del arte:
“Yo pinto cosas para crear conciencia, la pintura y el arte sí pueden llegar a salvar a la sociedad (…). Me gustaría un día que los ciegos sepan que en todos los museos tienen una sección para que puedan vivir y ver una pintura. Para mí sería lo máximo, el que ellos sepan que valen igual que los demás”.