PUEBLA, MÉXICO.- Cuesta Chica Piletas, municipio de Palmar de Bravo, es una comunidad con alta criminalidad y cruce de migrantes, donde sólo existe un preescolar.
Con tan sólo 450 habitantes, esta localidad es parte del llamado Triángulo Rojo, donde se registra el mayor índice de robos a las tuberías de gasolina. Es también el paso de los trenes y camiones de carga que constantemente son asaltados y saqueados, actividad para la cual se reclutan niños vigías quienes dejan de ir a la escuela.
Para ampliar el panorama de los niños y jóvenes de la comunidad más allá de la ola de crimen y violencia que aqueja esta ranchería en los límites entre Puebla y Veracruz, hace tres años Guadalupe y su prima Miriam Huerta Meza decidieron retribuir a su lugar de origen los beneficios de su formación universitaria. Fue así que gestionaron la creación de un “museo de la palabra”.
“Había que ofrecer un espacio donde las niñas y niños recobraron la confianza en los demás, vieran que se pueden establecer y construir comunidades, y, por supuesto, otras formas de relacionarse”, refiere Guadalupe Morales, doctora en Ciencias Antropológicas por la Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa.
Para ello, el par de mujeres asistió a las asambleas comunitarias. Les prestaron el juzgado de paz, antes casa de salud, panadería, bodega y hasta cárcel. La primera sesión se anunció en el altavoz del pueblo.
Tras un par de años de esfuerzos se recibió la donación de un terreno y se construyó la Biblioteca Cuesta Chica Piletas, que desde entonces se distinguió por la participación de sus habitantes y por ser un espacio de transformación y construcción de ciudadanía.
“Se construye ciudadanía a través de la lectura, porque estamos aprendiendo a gestionar la diversidad y en este sentido aprendemos a establecer relaciones interculturales”, comentó la académica de la Licenciatura en Procesos Educativos de la FFyL.
LECTURA PARA DIALOGAR, COMPARTIR Y JUGAR
La intención de abrir la Biblioteca Cuesta Chica Piletas fue ofrecer un espacio alternativo donde la lectura y la cultura fueran esenciales para las niñas y los niños.
“Ofrece posibilidades para que sueñen en conjunto, para que puedan compartir, dialogar, divertirse y tener oportunidades diferentes a las que actualmente conocen. Es un lugar para soñar”, insiste Huerta Morales.
Desde hace 20 años, Guadalupe conoció al promotor de lectura Daniel Sosa en el Consejo Puebla de Lectura AC, mientras ambos estudiaban la Licenciatura en Antropología Social en la BUAP. Ahora conjugan esfuerzos para que la Biblioteca Cuesta Chica Piletas disponga de servicios y acompañamiento para que niños y jóvenes tengan acceso a los libros.
La Biblioteca Cuesta Chica Piletas tiene un acervo especializado pensado en el contexto campesino, rural y de migración en el que se vive. En este espacio cerca de 10 niños se reúnen a compartir conocimientos y ser partícipes de actividades lúdicas, recreativas, artísticas, culturales y ecologistas.
Daniel Ramos García, doctor en Antropología Social por la UNAM, expone que en este sitio destaca la figura de la mediadora o mediador de lectura, quien conoce una diversidad de libros especializados, sabe cómo crear un acervo infantil y juvenil, diseñar actividades y distribuir el área física.