PUEBLA, MÉXICO.- En los países de primer mundo, cuando los lugares envejecen “agarran onda”; en cambio en Latinoamérica envejecer podría ser sinónimo de “ponerse peligroso o feo”. Eso a decir del escritor argentino-mexicano Aldo Plouganou, quien en su más reciente libro Alcatraz retrató el paso del tiempo al recuperar las memorias de su niñez.
Ganadora del Certamen Literario Letras Confinadas (2020) de la Secretaría de Cultura del estado, en la categoría de Cuento, la obra está compuesta por 11 relatos en los que el autor narra acontecimientos de su infancia en la década de 1990 , en la colonia Bugambilias de Puebla.
Los cuentos plasman el microcosmos que se formó en la época con los vecinos de la calle Alcatraz, donde Plouganou pasó la mayor parte de su infancia y juventud, y retratan el lazo comunitario con que se aprende de forma colectiva, tal como explicó el mismo escritor en entrevista con LEVIATÁN.
El también director de cine comentó que con su historias buscó hacer un retrato de ese mundo que comunitario que contribuye a construir la identidad de muchos jóvenes en Latinoamérica.
“Esa forma de desarrollarnos fue para mí muy importante porque me parece que independientemente de lo que nos pueda pasar cuando te desarrollas, es ese marco el que nos hace a los latinos tener esa forma tan particular, esas cosas que nos atraviesan a todos, no importa dónde nacemos, no importa en qué parte de Latinoamérica nazcamos, esos puntos en comunes para mí viene de ese espacio, de esa formación e identidad”.
Dijo que más que “recuperar” trató de “encapsular” esas memorias no en un sentido nostálgico, sino más bien como un marco para seguir creciendo y aprendiendo de esas experiencias pasadas.
“Ese espacio de la memoria tiene que ver, por lo menos desde mi punto de vista autoral, con poder seguir haciendo justicia a las cosas que nos pasan; si nosotros dejamos que las cosas que nos alegran acabe ahí, para mí es un poco injusto porque es muy efímero.
“Algo que nos entristeció se queda en eso o todavía peor, porque las cosas que te duelen, que más te afectan para bien o para mal, son las cosas a las que más les puedes sacar aprendizaje, las cosas que más te pueden formar. Entonces, desde ese lugar es ese acercamiento, ese encapsular un pasado para tenerlo en el presente, para seguir extrayendo cosas positivas”.
LA VIOLENCIA QUE SE ABRE PASO
Cuestionado por el cambio que ha tenido la ciudad a tres décadas, consideró que es “doloroso” saber que estos espacios comunes de desenvolvimiento ya no serán los mismos para futuras generaciones debido a los índices de criminalidad y violencia que se mantienen en aumento y “van a dejar de ser ese lugar donde querríamos replicar lo que sentimos que salió bien”.
“Es muy dolorosa porque vamos teniendo una diferencia enorme entre los diferentes niveles socioeconómico de los países para envejecer. Cómo cuando las cosas en París o en Estocolmo se ponen viejas agarran onda, como que van teniendo una cosa que mejora; mientras que en Latinoamérica las cosas que se nos ponen viejas se ponen feas, se ponen peligrosas, incómodas, hay una forma diferente de envejecer”, mencionó el columnista del diario digital Lado B.
Estimó que estos contextos de violencia no son particulares de la calle Alcatraz, la colonia Bugambilias o incluso la ciudad, sino que es una situación sistémica que permite que en la sociedad se degraden los espacios de esa forma.
“El periodo de existencia de nuestras colonias o lugares formativos es chiquitito y se esfuma y se fue para perderse, porque hoy estar ahí es difícil, es preocuparte por que algo le pase al auto o a tí, pensar dos veces qué campera llevas para que no parezca que llevas algo en el auto. Esas cosas a mí me parten el corazón”.
Atravesado por dos nacionalidades –mexicana y argentina–, Plouganou añadió que un aspecto que le ayudó a la construcción del libro fue la situación bicultural con la que creció y que le ayudó a entender diferencias y similitudes entre dos grupos grandes de personas.
“Esa biculturalidad en ese espacio me ayudó a aprender mucho de lo que vale la pena de todos nosotros, de lo que tenemos a pesar de ideología, nivel socioeconómico, a pesar de culturas, idiosincracias. Tratar de poner la mirada en ese aspecto en común, es lo que más fuerte me marcó en ese crecimiento en los 90 en Bugambilias y que va a quedarse conmigo toda la vida”.