PUEBLA, MÉXICO.- Desde recorte en presupuestos, cierre de espacios de exhibición, la reducción de proyectos cinematográficos, aunado a la crisis por la pandemia de Covid-19, son los más grandes retos a los que se enfrentó la industria cinematográfica mexicana en el último par de años.
Información de comScore, el calendario de estrenos de IBOE (International Box Office Essentials), reveló que al menos 40 estrenos de 2020 tuvieron que ser postergados para 2021, de los 140 títulos que se tenían programados hasta diciembre de 2020, pues el calendario original sufrió alrededor de 750 cambios y al final sólo lograron exhibirse 34 películas en la fecha preestablecida.
Y es que ante la caída durante el año pasado de cerca del 85 por ciento en la asistencia a las salas de cine y el 79 por ciento de asistencia a películas mexicanas por la contingencia sanitaria, las vía alterna mejor aprovechada para la exposición del cine fueron las plataformas digitales, una puerta que una vez abierta no augura un cierre próximo.
A pesar de que la realización de películas en México se redujo en un 49 por ciento, otras pantallas se abrieron para la exhibición de propuestas nacionales con el uso de los servicios de internet, una alternativa que ha sido aprovechada tanto por realizadores novatos como por cineastas consagrados.
De acuerdo con el Anuario Estadístico del Cine Mexicano realizado por el Instituto Mexicano de Cinematografía (IMCINE), por los efectos de la pandemia de Sars-Cov2 se contabilizó el cierre definitivo de 30 complejos de exhibición comercial y la clausura de 54 espacios alternativos (dos de ellos de Puebla); no obstante, en el último año aumentaron 35 por ciento las ofertas vía streaming.
Si bien la estrategia fue una solución a la cris alterna por la pandemia del año pasado, el Imcine señala que habría que tomar en cuenta otros factores relacionados a la socialización que se están dejando de la lado por el tránsito a estos nuevos sistemas de proyección de filmes, particularmente desde la exhibición de las pantallas alternativas a las comerciales.
Según el documento, en México la exhibición cinematográfica alternativa tiene sus raíces en el cineclubismo universitario de la década de 1950, conformada por cineclubes, funciones itinerantes, salas de cine, cinemóviles, casas de cultura, cines comunitarios, escuelas, cinecafés, bi bliotecas, centros culturales, así como festivales, muestras y promotores de cine emergentes.
Más allá de la difusión de la cinematografía mexicana, estos espacios generan nuevas zonas formas de diálogo y crítica y actividades formativas organizadas desde la ciudadanía y la autonomía donde un punto central es la inclusión de los públicos.
“Al darle preeminencia al componente humano de la exhibición, también al interior de la organización adquieren un lugar fundamental las prácticas que trascienden intereses particulares, en un ambiente de compañerismo, solidaridad y discusión constante en el que no siempre se está de acuerdo en todo, sin embargo, se busca la mayor inclusión y participación de sus integrantes a través del diálogo y la mayor horizontalidad posible”.
REDEFINICIÓN
El Imcine agrega que frente al abandono de las salas de cine y espacios alternativos de exhibición por la pandemia, la exhibición cinematográfica parece estarse redefiniendo y transitando hacia las plataformas digitales para cambiar radicalmente la experiencia cinematográfica.
Ante la pérdida casi por completo de su “esencia social de ver cine en colectivo”, agrega, “se hace aún más necesario entender el valor añadido que la exhibición alternativa da al cine y al público, en el ideal de una sociedad más justa, igualitaria y consciente de su riqueza cultural, simbólica y patrimonial”.