PUEBLA, MÉXICO.- La Capilla del Rosario, ubicada en el corazón de la ciudad de Puebla, está dotada de la arquitectura que mejor representa al barroco en todo el continente americano, así constatado pues ostenta el primer lugar del Premio Internacional como Mejor Barroca de Iberoamérica.
Además de su belleza, fueron su estructura, composición arquitectónica, discurso ornamental y religioso, y el grado de conservación, los elementos que la hicieron quedar al frente en esta pugna convocada por el Congreso Internacional Barroco Iberoamericano 2020 de España, donde compitió hasta el final con la iglesia de San Francisco, ubicada en Lima, Perú.
A decir del especialista en restauración José Luis Galicia Osorio, quien ha trabajado los últimos 16 años en la conservación de la Capilla del Rosario, esta obra monumental es un referente de “bioclimática novohispana”, lo que significa que por sus características arquitectónicas se mantiene en condiciones óptimas de conservación sin necesidad del mantenimiento humano.
BELLEZA ARQUITECTÓNICA
La capilla del Rosario, albergada en el templo de Santo Domingo, inició su construcción gracias a fray Juan Cuenca, la continuó fray Agustín Hernández, y la concluyó fray Diego de Gorozpe en 1690, siendo consagrada el 16 de abril del mismo año.
La edificación, que duró 40 años, se debió al culto a la Virgen del Rosario impulsado por la orden de los dominicos, y por lo imponente de su construcción incluso fue considerada la “Octava Maravilla del Nuevo Mundo en la Gran Capilla del Rosario”, laudada así en una publicación homónima.
El templo principal de Santo Domingo conduce hacia una bóveda de cruz bajo la cual hay un altar donde se resguarda la imagen de la Virgen que lleva un rosario de perlas en las manos.
En la parte posterior hay doce columnas de mármol con imágenes de la Virgen, y una más esculpida en espiral, donde se halla una escultura del Arcángel Gabriel; y en ambos lados del altar principal hay pinturas que representan la vida celestial de la Virgen María.
Cubierto de oro casi en su totalidad, el recinto resguarda un ciprés o tabernáculo fabricado en alabastro, obra del maestro Francisco Martín Pinto, natural de la Villa de Paredes, Obispado de Palencia; además de grandes lienzos del pintor José Rodríguez Carnero (1649-1725).
Tiene innumerables detalles barrocos, grabados, inscripciones, pinturas, tallas en madera, ángeles, flores, esculturas, aves y estatuillas.
REFERENTE DE BIOCLIMÁTICA NOVOHISPANA
En entrevista, Galicia Osorio explicó que de forma independiente realizaron un análisis de bioclimática novohispana en seis edificios históricos del país, entre ellos la Capilla del Rosario, que destacó por el microclima idóneo en su interior que se mantiene en toda época del año.
Entre las características únicas de su arquitectura está la localización, pues se ubica a un costado del templo principal, donde se resguarda de las corrientes de aire y otras condiciones climatológicas que pudieran afectar.
Además de ello, cuenta con una doble fila de ventanales en la parte superior de la cúpula principal que mantiene estable la temperatura del lugar, pues casi sin variación diariamente se registran entre 20 a 23 grados de temperatura y de 50 a 54 por ciento de humedad.
La Capilla del Rosario es así una estructura arquitectónica “muy evolucionada para el siglo XVII”:
“Se hicieron con tecnologías simples pero pensadas a nivel geométrico. Antes no había calculistas ni ingenieros, todo lo hacían maestros constructores y gente que sabía de arquitectura (…). La ingeniería aparece hasta después del siglo XVII con Galileo y Newton, pero antes no existían más que el trazo geométrico, la proporción áurea y la implementación de las materias de la región”.
“ARQUITECTURA, REFLEJO DE LA SOCIEDAD QUE LA PRODUJO”
“No es casualidad”, repite constante el especialista, pues señala que Puebla fue una de las ciudades más importantes en el siglo XVII; además las órdenes dominicas contaron con los recursos eficientes para la edificación del recinto de oración a la Virgen del Rosario, quien desde aquella época tuvo un gran peso ritual y religioso.
“Esta ciudad siempre tuvo una pujanza económica industrial, inclusive de trabajo, que le permitió forjar los edificios que ahora todavía gozamos”, comenta Galicia Osorio al referir la acomodada posición económica que tenía la ciudad para pagar una edificación de este estilo.
A más de 300 años, el estado físico de esta domus aurea “es prácticamente inalterado”, y por ende la inversión pública en su conservación es casi nula, porque realmente “no necesita nada”.
“Tantas cosas importantes sucedieron en la ciudad de Puebla que la misma orden dominica generó la mejor Capilla del Rosario, no tan sólo de Puebla sino de América, y pensamos que le puede dar buena guerra a los emblemas y templos que hay en Europa”, explicó el arquitecto a acompañado de ray Rodolfo, quien actualmente está a la cabeza del Templo de Santo Domingo.
En dicho aspecto, el restaurador insistió en que la Capilla del Rosario es un ejemplo de arquitectura “bioclimática novohispana”, por lo que de invertir mayores recursos en la construcción inicial de edificios de este tipo, se ahorrarían muchos recursos en conservación y restauración.