MÉXICO.- La formación de socavones, como el registrado en mayo pasado en Santa María Zacatepec, Puebla, no es reciente, porque este tipo de fenómenos ocurren desde hace tiempo en México y en otras partes del mundo, de ahí que la prevención es un aspecto importante para salvaguardar a la población, coincidieron en señalar expertos del Instituto de Geología de la UNAM, quienes participaron en la conferencia “Hablemos de socavones y otros fenómenos geológicos”.
Explicaron que ocurren debido a la erosión por sufusión (piping) provocada por el agua subterránea; es decir, por desgaste interno de las partículas finas que se encuentran dentro del suelo y que con el paso del tiempo provocan colapsos y hundimientos; también puede asociarse la degradación de la superficie, deforestación, cambio y modificación en su uso, entre otros factores.
El universitario Ramón Espinasa Pereña comentó que en el formado en Puebla se observa que la parte superficial corresponde a los flujos de lodo generados a raíz de la erupción del Popocatépetl hace 850 años, mismos que cubrieron los depósitos piroclásticos del Iztaccíhuatl. En cada una de esas capas se aprecia una serie de cavidades por donde fluye o ha fluido agua en algún momento, lo que permite el arrastre de partículas.
Descartó que la sismicidad del volcán Popocatépetl tenga alguna relación directa con la formación del socavón y puntualizó que para impedir que siga evolucionando podrían estabilizarse las laderas; sin embargo, es un procedimiento costoso, tampoco sería funcional rellenarlo pues no serviría de nada porque cualquier material sería erosionado. “Lo más probable es que haya que dejar que siga evolucionando y eventualmente las laderas se harán menos inclinadas; con ello el socavón dejará de crecer”.
Puntualizó que por tratarse de un fenómeno que se desarrolla por debajo del suelo y evoluciona hacia la superficie sin que se perciba, no se puede predecir el momento del colapso.
En tanto, el investigador Rafael Antonio López Martínez indicó que los socavones pueden registrarse en cualquier parte, por ejemplo Guatemala, Puebla o la Ciudad de México, debido a un sinnúmero de situaciones; se debe tener un sedimento poco consolidado y que el agua mueva las partículas de forma selectiva; es decir, de más pequeñas a grandes.
El caso de la localidad poblana no es nada misterioso ni inusual, se conoce perfectamente el proceso que lo generó, ahí hay un nivel freático y esas capas de suelo -que son erosionables- permiten la formación de los conductos horizontales.
Al respecto, el experto Sergio Rodríguez Elizarrarás dijo que es necesario conocer los peligros a los que están expuestas las comunidades, a fin de que cuenten con sistemas preventivos de alertamiento y contribuyan a disminuir la vulnerabilidad.
A su vez, la especialista Wendy Rodríguez resaltó que se deben analizar otras condiciones las cuales favorecen que este tipo de fenómenos alcancen a la población cercana a la zona del socavón de Puebla. Lo importante es determinar si en algún momento esta situación pudiera volver a presentarse, puesto que la zona tiene las características para formar este tipo de fenómenos.
Mencionó una serie de fenómenos geológicos que por sus características podrían ser un peligro para la sociedad, el entorno y los bienes según su magnitud, entre ellos: erupciones volcánicas que provocan flujos piroclástico, sismos que generan deslizamientos, colapso de cavernas u oquedades, cambios en los niveles freáticos, tsunamis, agrietamiento de terreno por deformación de las ondas sísmicas, amplificación de la onda sísmica, como es el caso del subsuelo de la Ciudad de México por ser un suelo lacustre, además de los socavones.