PUEBLA, MÉXICO.- ¿Qué es una reseña literaria? ¿Qué es ese género en el que muchas veces deambulan intereses fuera del texto? ¿Qué es, pues, la escritura de esos caracteres, de esos comentarios de análisis y aplauso, de crítica y apapacho? No lo sabemos de cierto, aunque la intuición nos conduce a responder esas preguntas.
Fue quizás dicha intuición la que motivó al poeta Luis Eduardo García (Jalisco, 1984) a experimentar con la escritura de micro reseñas, un experimento que lo aproximó al libro como objeto, en primera instancia, y después al contenido.
Es así que entre gramaje, aspectos y aromas, se desenvuelve Reseñas en un tweet, un libro de la colección “Pasavante” de la revista Grafógrafxs, editada por la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM).
El libro, en formato electrónico, deambula entre el poema, la reseña, la estampa y el trino; pero también cabalga entre la crítica, la recomendación y el catálogo cromático.
Y es que, como el autor lo señala en entrevista para LEVIATÁN, no le interesaba que el libro fuera algo determinado, más allá de que el título de la obra refiera a las reseñas, aunque eso, como dice, “es parte del juego”.
“Me interesan los textos que juegan a ser más de una cosa, como los poemas-ensayo, los relatos en verso, o los anecdotarios que incluyen una novela oculta, como el trabajo de David Markson (Wittgenstein’s Mistress y The Last Novel).”
Tanto la forma como el fondo de estas reseñas, cuyo límite está determinado por los 280 caracteres que permite publicar la red social Twitter, se aventuran a construir el discurso de un coleccionista, de esa persona que entabla una relación íntima con el libro, pues como escribió Walter Benjamin: “No es que los objetos cobren vida en uno; sino que uno vive en ellos”.
Al confesar que “ciertos libros ejercen fascinación sobre mí, casi casi como si me estuvieran llamando”, Luis Eduardo García valida aquello de que hay quienes al estar frente a un libro lo cogen, lo balancean en el aire y lo atraen a su rostro para olerlo, quizás el acto más natural del lector frente a lo escrito. ¿Luego? Leerlo. Entonces los sentidos evocan el recuerdo en el cerebro y se aproxima el proceso de reflexión.
Escribe sobre La destrucción del padre, de Esther M. García: “Pesa 145 gramos. La portada es color pardo. Huele a fábrica de mondadientes. Tocarlo es como acariciar a un animal extraño.”
Y sobre Poesía completa, de Héctor Viel Temperley: “Pesa 735 gramos. Es de un color café verdoso no identificado. Los efectos de la exposición a la luz solar lo tornan ligeramente rojizo. Huele a sábanas limpias. Dan ganas de abrazarlo.”
Algunos tomarán los textos como poemas, apunta Luis Eduardo García, ya que existe un constante juego con elementos poéticos, tales como el ritmo y la imagen, por mencionar algunos
EL ORIGEN
Luis Eduardo García, quien también es autor de Dos estudios a partir de la descomposición de Marcus Rothkowitz (2012), Máquinas inservibles (2018) y Una extraña seta en el jardín, que en 2017 obtuvo el Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños 2017, revela que el libro surgió a partir de una lectura sobre los colores, la historia de los pigmentos y su significado en relación con otras disciplinas.
“Siempre ha estado el interés en los colores, pero hace unos meses se ha ido concretando, en busca de colorear el lenguaje, la escritura”.
Pero, ¿cómo esta apuesta se transformó en libro? El poeta, que escribe que la Antología Premio de Poesía Aguascalientes 1968-2007, 40 años, “pesa 882 gramos. Es gris. Huele a ropa vieja”, cuenta que la escritura de las reseñas la realizó entre octubre del 2018 y mayo del 2020.
“Pensé, desde el comienzo, que un tweet sería una extensión suficiente para ellas; al final, sólo se trata de saber cuánto pesa un libro, de qué color es, a qué huele y, lo más importante, qué tipo de herida causaría si cae sobre la cabeza de alguien desde un décimo piso”.
Al asegurar que en la figura del editor inicia la apuesta literaria, confiesa que Sergio Ernesto, quien trabaja en la revista Grafógrafxs, fue quien imaginó las reseñas como libro de la colección “Pasavante”.
“No lo escribí con el objetico de publicarlo, salvo en las redes sociales. Pero confío mucho en Sergio, en su trabajo como editor. Y si él lo imaginó así (como libro), es que ahí hay algo.”
Reseñas en un tweet, un libro que contiene, como se asegura en la cuarta de forros, “poemas camuflados de su propio enemigo” y que sirve de cuchillo entre los dientes, pastilla de cianuro en la bolsa secreta del cinto, carísima selva selvaggia”, es un libro que hace de la brevedad su virtud, su mejor disfraz.
Entonces, ¿cuánto pesa, a qué huele este libro? Luis Eduardo García lo tiene claro: “Pesa 1.9 megabytes. Y espero que huela a vacas pastando. Eso espero”
EL APUNTE
Reseñas en un tweet, de Luis Eduardo García puede descargarse de forma gratuita AQUÍ