- La importancia de la reflexión en los ciudadanos
MÉXICO.— De una pandemia, esto se ha convertido en una especie de pandemónium. De alguna manera hemos pasado de la sensatez, del enfrentamiento personal y familiar contra una enfermedad, a un temor generalizado, de locura colectiva, reflexionó el escritor Guillermo Fadanelli con respecto al efecto social que ha causado el COVID-19.
El autor de “El hombre nacido en Danzig” y “Hotel DF”, señaló que “me molesta porque eso lesiona la libertad del individuo. Cuando comienzan las medidas unilaterales por parte de autoridades, de gobiernos, de la misma sociedad, siempre se lesionan las autonomías, las visiones personales al respecto de una enfermedad que también es parte de los individuos”.
Aclaró que “no soy un experto, ni una especialista, por fortuna, a veces los especialistas se concentran tanto en el objeto de estudio, que olvidan los márgenes, otros ámbitos del conocimiento; yo, como escritor, veo que este ´virus´, por supuesto real, ya está muy bien localizado y es perfectamente controlable”.
Con voz pausada y seca, el autor del ensayo “Elogio de la vagancia” (2008), añadió que “yo recuerdo, leyendo, verdad, aquella epidemia en la Nueva España por el año 1576, que se llamaba la epidemia del cocoliztli, que se llevó a la tumba a dos millones de personas, es decir, a la mitad de la población de la Nueva España”.
Y continuó: “O, si recordamos la inundación en la Ciudad de México, que duró cinco años aproximadamente, de 1629 a 1634, y donde los cadáveres flotaban por las calles y la pestilencia era insoportable, la pandemia del COVID-19 no tiene nada de esto; es una especie de ´gripa´, sobretodo, mediática, aunque evidentemente ha tenido decesos y uno no se puede mofar, ni convertirlos en estadísticas”.
Sin embargo, para Fadanelli esto no quiere decir que se tenga que detener la vida normal de una población, en general muy pobre, porque la riqueza está concentrada en muy pocas manos y los que terminarán pagando son los ciudadanos que no pueden soportar una vida de encierro y, por tanto, de más miseria sin freno, dijo.
ESTAMOS VIVOS PORQUE TAMBIÉN ESTAMOS ENFERMOS
Guillermo Fadanelli respira profundo y caviló: “la salud es el silencio del cuerpo, la enfermedad nos representa también; estamos vivos porque también estamos enfermos. Entonces, la comprensión y la administración de cada enfermedad tiene que partir también desde lo individual, no nada más de las nociones globales de la medicina”.
—Creo que esto es una enfermedad, una enfermedad suave, de lo que podríamos llamar hoy en día la aldea global; de estas empresas transnacionales que tiene el poder de someter a los gobiernos que en verdad ven por sus poblaciones; pero los han rebasado y utilizan la tecnología y la comunicación de masas para virilizar sus ideas—, indicó.
En este sentido, estimó, lo que denota este virus es la debilidad del ciudadano ante las instituciones corporativas y transnacionales; “los han convertido en espectadores, en depositarios de la tecnología, en una especie de seguidores irreflexivos; en lugar de ciudadanos informados que puedan defenderse”.
Sin embargo, el ganador del Premio Colima 2002 por la novela “Lodo” aclaró: “por supuesto que también hay un derrumbe de la idea de Europa, donde este virus ha causado mayores estragos, pero no solamente en cuestiones de mortalidad, sino en cuestiones de credibilidad, de su sistema financiero, de pensamiento… Lo que es muy claro es que después de este virus, el recuerdo social nutrirá reflexiones para poder construir mejores sociedades”.
—Estamos viviendo realmente una decadencia de la globalización, porque si la histeria y la locura desenfrenada, si la caída de las bolsas de valores, si la devaluación de las monedas locales, tienen lugar por una ´gripa normal´, incluso ´insignificante´, si las comparamos con las pestes de la Edad Media, pues entonces estamos en una etapa de decadencia absoluta—, puntualizó.
La noche husmea la casa de Guillermo Fadanelli y sabe que la literatura ya lo espera, pero antes de partir, recordó: “no sabemos reflexionar, si no leemos, si no pensamos, si no nos acercamos a las artes y, sobre todo, si no ejercemos la conversación con nuestros hijos, con nuestras familias, con todos nuestros amigos, con todo y teléfonos inteligentes, del virus del sufrimiento no tendremos escapatoria”.