MÉXICO.- México no está exento del turismo y comercio de órganos: el año pasado fue identificado y sancionado el caso de un hombre extranjero de 81 años de edad, quien obtuvo un riñón de su supuesto ahijado, un joven mexicano 60 años menor que él, refirió Josefina Alberú Gómez, del Departamento de Trasplantes del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán.
Alberú Gómez señaló que de 2014 a 2018 se supervisaron los trasplantes a extranjeros realizados en 55 establecimientos del país, destacando que 13 nosocomios fueron totalmente omisos a responder, por lo que sus casos se enviaron directamente a la Comisión Federal contra la Protección de Riesgos Sanitarios (Cofepris), lo mismo que los de 12 establecimientos que solventaron parcialmente lo que establece la normativa en materia de donación.
“El trasplante de órganos es uno de los ‘milagros médicos del siglo XX’ que sin embargo se ha manchado por numerosos informes sobre el tráfico con seres humanos para extraer sus órganos y sobre turistas de países ricos que viajan al extranjero para comprar órganos a la gente con menores recursos”, señaló Alberú Gómez, quien preside la Sociedad Mexicana de Trasplantes (SMT).
Refirió que el comercio de órganos es una práctica prohibida por la Organización Mundial de la Salud (OMS), porque es inconsistente con los valores humanos más básicos y porque “el pago por órganos equivale a tomar ventaja injusta de los grupos más pobres y vulnerables, lo que, además, trasmite la idea de que algunas personas carecen de dignidad y son meros objetos para ser usados por otros.
“Es la falta de órganos disponibles para donación lo que conduce al tráfico y a otras prácticas no éticas”, dijo la experta, quien además aseguró que el año pasado en México había alrededor de 22 mil personas en lista de espera para recibir un órgano o tejido.
“La única forma en que se puede acabar con esto es que cada país del mundo entienda que tiene que poner toda su energía en incrementar el número de donantes”, apuntó la presidenta de la SMT.
“El legado de los trasplantes debe ser una celebración del obsequio de la salud de una persona a otra y no las víctimas empobrecidas del tráfico de órganos y el turismo de trasplantes”, concluyó Alberú Gómez.