MÉXICO.- La Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito (ONUDC) advirtió que más de la mitad de los jóvenes de la comunidad Lésbico, Gay, Bisexual, Transexual, Transgénero, Travesti e Intersexual (LGBTTTI) reportan que sus madres y padres trataron de cambiar su orientación sexual durante la adolescencia dentro del hogar.
También fueron llevados con terapeutas y líderes religiosos para tratar de cambiar su identidad, sometiéndolos a tratamientos denominados Esfuerzos para Corregir la Orientación Sexual y la Identidad de Género (ECOSIG), también conocidos como “terapias de conversión” o “terapias reparativas”.
Dichos métodos, señaló, han ganado popularidad en los grupos conservadores o de corte religioso, lo que se suma a los actos de discriminación por razones como la orientación sexual o la identidad de género hasta innumerables sucesos de violencia homofóbica, lesbofóbica, bifóbica y transfóbica.
Sin embargo, cuando además de padecer conductas de rechazo dentro del hogar, los jóvenes llevados con terapeutas y líderes religiosos son tres veces más propensos a reportar altos niveles de depresión y casi tres veces más propensos a cometer suicidio.
Intimidación psicológica, violencia física, tratos crueles, inhumanos y degradantes, hasta la privación de la libertad, violencia sexual “correctiva”, hasta actos de tortura evidencian la gravedad de la situación contra este grupo en riesgo.
Por tal motivo, la ONUDC llamó a las y los profesionales de la salud mental en México, a las madres y padres de familia, tutores y consejeros en general, a conocer los distintos aspectos alrededor de los ECOSIG, no limitándose sólo a los criterios propios de sus disciplinas, sino también considerando la perspectiva de los derechos humanos.
De acuerdo con una investigación que se incluye en su guía “Nada qué Curar”, en las familias tradicionales se identifican más de 50 conductas de rechazo que las madres, padres y tutores utilizan para desaprobar la orientación sexual de sus hijas e hijos.
Tal rechazo, alertó, contribuye a la depresión, suicidio, uso ilegal de drogas y riesgos en la salud sexual. “Enviar a una persona menor de edad a servicios de salud mental o con líderes religiosos para tratar de cambiar su orientación sexual es una de estas conductas -y todas estas contribuyen con serios problemas de salud”.
En la investigación del Proyecto de Aceptación Familiar se señala que todas las conductas familiares de rechazo están motivadas por el deseo de cambiar, negar, minimizar, desalentar o evitar una identidad LGBT en las y los menores de edad.