PUEBLA, MÉXICO.- El terremoto del pasado 19 de septiembre dejó más de mil 500 viviendas dañadas en los municipios de Atlixco, Izúcar y la Mixteca. Una de las comunidades que más sufrió los embates del sismo fue San Juan Pilcaya, perteneciente al municipio de Chiautla de Tapia, donde el problema más grave es que los pobladores perdieron su vivienda y necesitan un techo donde dormir.
Como respuesta a lo sucedido, el Instituto de Diseño Innovación y Tecnología (IDIT) de la Universidad Iberoamericana Puebla creó un proyecto de Espacio Temporal Habitable en tan sólo un fin de semana.
En colaboración con Grupo Bambú Puebla (Organización de empresas y organizaciones civiles a favor del bambú en Puebla) y DICMA TRADE (Constructora especializada en bambú), trabajaron para la creación de un espacio a mediano plazo, fabricado de bambú proveniente de la Sierra Nororiental de Puebla, y que puede albergar a una familia con infraestructura básica durante un periodo de un año, explicó Aristarco Cortés Martin, director del Instituto.
RAPIDEZ
El proyecto no es una vivienda, aclaró el ingeniero, es un espacio temporal habitable para quitarle a las personas la preocupación de donde dormir en lo que se inicia la reconstrucción de sus viviendas.
“Unos días después de la catástrofe, un equipo de 20 personas de las áreas de diseño, arquitectura e ingenierías desarrollamos un prototipo que se basa en un espacio auto construible por los propios usuarios y que pudiese levantarse rápidamente”, añadió.
Los proveedores de este material serán los municipios que se ubican en la Sierra Norte de Puebla, como Cuetzalan, Jonotla, Hueytamalco y Ayotoxco, donde cuentan con 136 hectáreas de bambú.
Cortés Martin explicó que cada espacio temporal tiene un costo aproximado de 20 mil pesos, mismos que no tendrán que desembolsar los habitantes sino que fueron donados por industrias locales y empresas, recursos que servirán para construir cuarenta de éstos.
Asimismo, para concluir la meta que es de 200 espacios se realizará una campaña de fondeo colectivo. “Con ello se pretende dar una forma de vida independiente y no en albergues o espacios improvisados que los dejan a merced del clima y así recuperar un poco de tranquilidad”, dijo.
El director del IDIT explicó que se requieren 1250 tablillas de bambú y 30 culmos para cada espacio, mismos que se ensamblan con la intervención de nueve personas en aproximadamente dos días. Para ello se realizará una convocatoria para concentrar voluntarios, debido al tiempo serán estudiantes de arquitectura, diseño e ingenierías o de personas diestras en el área de la construcción para agilizar el proceso de armado; sin embargo, cualquier persona que desee ayudar puede contactar al IDIT directamente.
¿EN QUÉ CONSISTE?
El proyecto está dividido en tres etapas, añadió Aristarco Cortés. En la primera se van a construir 40 espacios temporales para 40 familias de la comunidad de San Juan Pilcaya, y se va a construir la estructura directamente en el sitio. Los paneles se construyen en Puebla y se trasladarán hasta el lugar de destino.
En la primera fase, el armado lo realizarán voluntarios bajo el liderazgo del IDIT, pero se contará con un manual en el que se explica cómo se arma la estructura con los paneles y se capacitará a la población para que puedan hacerlo, así en la siguiente fase los habitantes de la comunidad podrán ensamblar sus propios espacios.
En la segunda etapa la meta es construir paneles para 200 unidades y contarán con los manuales para el armado; pero además se realizará una campaña de fondeo colectivo para que estos espacios no los tengan que costear los damnificados.
En la última etapa, que será entre las semanas 13 y 52, se pretende concluir el proyecto, pero siempre se contará con asesoramiento por parte del Instituto para que se familiaricen con el bambú, cómo se trabaja, cómo se ensambla, cómo se levantan estructuras, las características del material y se organicen en la coordinando en grupos.
El director del IDIT concluyó que este es un sistema arquitectónico rápido y enormemente eficaz para situaciones temporales debido a la flexibilidad del bambú para resistir y no fracturarse en caso de sismo, lo que da seguridad a quienes lo habiten y tengan un lugar donde alojarse hasta que sus casas sean reconstruidas.