PUEBLA, MÉXICO.- El nombre de Juan de Palafox y Mendoza quedó inscrito en el muro del Congreso del Estado. Sin duda es todo un suceso histórico que el nombre del obispo aparezca en el muro del recinto de una soberanía en el que la lista de personajes ilustres la encabezan Benito Juárez e Ignacio Zaragoza.
Al acto acudieron el gobernador del estado Antonio Gali, el edil de la capital poblana, Luis Banck, senadores, diputados y personal militar que cumplió rigurosamente con el protocolo de honores a la bandera. Sin embargo, la declaración destacada no vino de ninguno de ellos, sino de uno de los oradores: el diputado panista Pablo Montiel Solana quien durante su discurso afirmó que a las mujeres se les han otorgado “derechos irracionales”.
Y fue más allá: criticó que las garantías legales vigentes permitan a cualquier “persona o grupo” manifestarse en las calles sin que se necesario que alguien avale la validez que su protesta tenga.
Montiel Solana, ferviente defensor de Eduardo Rivera Pérez, actualmente inhabilitado por irregularidades en sus cuentas públicas, hizo una revisión histórico-sociológica de las civilizaciones: “Las sociedades, fruto de su propia evolución, suelen incurrir en el vicio de migrar (sic) de un estado no ideal o indeseable al extremo más opuesto (sic) del mismo dejando de lado la tan acertada teoría de los justos medios (sic).
Luego la emprendió en contra de los derechos de las mujeres: “hemos atestiguado cómo las sociedades que hace unos años eran preminentemente machistas en las que el valor de la mujer se reducía al de mera compañía del varón (sic), hoy pretenden encontrar refugio en un feminismo exacerbado en el que pareciera se pretende dar compensación por la situación pasada concediendo derechos tan irracionales como el dar muerte a otro ser humano al amparo de la ley”.
Y para rematar fue en contra de las manifestaciones callejeras: “O sociedades en las que de un estado de intimidación o represión se migra al opuesto y al cobijo de la libre manifestación de las ideas cualquier persona o grupo, sin importar su número (sic) ni lo genuino de su exigencia puede tranquilamente tomar avenidas (sic) y atentar contra el derecho de miles de personas al libre tránsito”.
De colofón se lanzó contra el movimiento estudiantil de 1968: “Al respecto, en un caso similar Juan José Rodríguez Prats en su libro Cartas a un joven político escribe, refiriéndose a la participación en el movimiento del 68, quienes participamos en él asumimos un deber fundamental, corregir lo que percibíamos estaba mal, nuestra actitud, reconoce Rodríguez Prats, consistía más en demoler un sistema con señales claras de agotamiento que proponer algo viable para sustituirlo”.
Los diputados le aplaudieron al terminar.
Sólo Silvia Tanús, diputada local y coordinadora de la fracción priista interrumpió la “sesión solemne” justo cuando iba a comenzar el discurso de Gali, y lo hizo para pedir que Montiel Solana aclarara que su discurso representa su visión personal o en todo caso la de su fracción: el PAN. Pero de ninguna forma hablaba en nombre de la Legislatura. El gobernador extrañado, sólo alcanzó a responderle desde la Tribuna, “gracias diputada”.
Tanús, pocas veces contestataria, visiblemente molesta soltó en algún momento al terminar la solmene sesión a la que por supuesto no podía falta el arzobispo, Víctor Sánchez Espinoza, un “estoy emputada”. Y en ese ánimo llevó su propuesta al gobernador mientras se tomaba fotos, mientras sus compañeros la abrazaban intentando calmarla como quien abraza a un niño que acaba de derramar un helado. A Montiel Solana nadie lo llamó para tomarse fotos.
