CIUDAD DEL VATICANO.- El Papa Francisco aprobó hoy que el 15 de octubre próximo tenga lugar la ceremonia durante la cual serán declarados santos de la Iglesia católica Cristóbal, Antonio y Juan, conocidos como los “niños mártires de Tlaxcala”.
El pontífice presidió esta mañana un Consistorio ordinario, un encuentro con cardenales en el Palacio Apostólico del Vaticano, durante el cual indicó la fecha para la canonización de los nuevos santos mexicanos.
Decidió que en esa misma fecha sean canonizados los beatos André de Soveral, Ambrósio Francisco Ferro, presbíteros, y Mateus Moreira, junto con otros 27 compañeros, martirizados en 1645 en Río Grande do Norte, Brasil.
Además de Faustino Míguez, sacerdote escolapio, fundador del Instituto Calasanzio de las Hijas de la Divina Pastora y Angelo de Acri, sacerdote de la Orden de los Frailes Menores Capuchinos. La celebración será presidida por el mismo Papa en la Plaza de San Pedro.
De gran veneración popular, Antonio, Cristóbal y Juan son considerados los primeros mártires de todo el Continente Americano; se convirtieron al cristianismo tras ser evangelizados por los frailes franciscanos y dominicos.
Cristóbal, llamado también con el diminutivo “Cristobalito”, nació en Atlihuetzia (Tlaxcala) entre 1514 y 1515; era el hijo predilecto y heredero del cacique Acxotecatl. Asistió a la escuela de los misioneros franciscanos.
Tras una discusión, el muchacho comenzó a romper los ídolos paganos de su padre y este último urdió un plan para asesinarlo: lo molió a golpes y luego lo empujó a una hoguera. Aunque su madre lo salvó, murió unos días después. Todo ocurrió en 1527, cuando tenía 13 años.
Antonio y Juan nacieron entre 1516 y 1517 en Tizatlán (Tlaxcala). Antonio era nieto y heredero de un cacique local, mientras Juan era su servidor; ambos asistían a la escuela de los franciscanos.
Ellos decidieron acompañar a unos frailes en una expedición a Oaxaca, para fungir como intérpretes ante otros indígenas. En Cuauhtinchán, Puebla, fueron atacados por algunos lugareños mientras recogían los ídolos de barro.
Primero golpearon con palos a Juan, que murió al momento. Antonio, fue apaleado hasta perder la vida tras reclamarle a los asesinos. Sus cuerpos fueron arrojados en un terreno cerca de Tecalco, pero fueron recuperados y trasladados a Tepeaca, donde recibieron cristiana sepultura.
Los tres niños mártires de Tlaxcala fueron declarados beatos por el Papa Juan Pablo II en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe de la Ciudad de México, el 6 de mayo de 1990.