Fotografía: FB/irmaevangelina.gallo

Mujeres en México viven la violencia hasta en los más simples detalles: Irma Gallo

En ENTREVISTA Janet González Jiménez
  • En esta segunda parte de la entrevista con la periodista Irma Gallo, la autora de Cuando el cielo se pinta de anaranjado (ser mujer en México) confesó a LEVIATÁN que está segura de que vino al mundo a ejercer el periodismo, toda vez que hay temas como el de la violencia “que tienen que saberse por medio del periodismo, con datos, cifras, nombres reales, para que la gente sepa que sí está sucediendo y está sucediendo en México”.

PUEBLA, MÉXICO.- Luego de cinco años de trabajo, Cuando el cielo se pinta de anaranjado (ser mujer en México) se publica en un momento muy importante en la vida de Irma Gallo, de madurez, dueña de su tiempo, de sus circunstancias, de sus ideas. El  libro —sentenció— llegó cuando tuvo que llegar.

Asimismo se dijo muy agradecida con Celso José Garza, director  de la Secretaria de Extensión y Cultura en la Universidad Autónoma de Nuevo León y con Antonio Ramos Revillas, director de la editorial universitaria, a los que les interesó el libro y consideraron importante que viera la luz.

—¿Cuál es la historia que más te impacto y por qué?

No es una sola, son varias. Una de ellas es la de Emma Molina Canto, encarcelada por decirle al esposo que ya no quería estar con él, que ya no podía vivir bajo esa violencia. Las mujeres en México estamos acostumbradas también a la violencia cotidiana en los detalles más simples, como es que te digan por qué te pusiste esos shorts tan “cortitos”, o por qué te pintas la boca de rojo encendido…

También la historia de las mujeres transexuales porque como he dicho, si nosotras la tenemos difícil ellas más porque toda su vida es una lucha contra su propia identidad.  Una lucha contra tus papás que quieren que un niño porque naciste con un pene y no con una vagina, esas historias también significan mucho.

—¿Hasta qué punto te involucras en cada una de estas historias?

En este tipo de periodismo hay una línea muy delgada entre ser periodista o convertirte en defensora de derechos humanos; antes que nada soy periodista, y aunque quisiera tener el tiempo y la energía para lo otro no puedo por más que quiera. Además uno va encontrando en la vida para lo que estás en el mundo, y creo que vine a este mundo para ser periodista, esa es la manera que elijo para que estas historias se den a conocer y tengan una solución o una conclusión favorable.

Pero no se puede no involucrarse con las víctimas, no se puede. Yo no puedo hacerlo y sé que habrá periodistas que digan que eso no es muy profesional pero no me importa, mientras escribo las historias y estoy en contacto con las víctimas las convierto en mis amigas. Ellas comparten sus historias, algo tan íntimo con una desconocida como yo, y realmente se crea un vínculo muy especial con ellas, un vínculo que espero no se rompa.

Fotografía: José Castañares / EsImagen

—¿Te has sentido  frustrada?

Algunas veces, sí. Algunas  veces hay frustración porque no tengo la energía ni el tiempo, ni quizá la vocación para ser defensora de derechos humanos, y por más que quisiera tampoco soy abogada. Hay cosas que quisiera hacer y no puedo, y en ese sentido hay frustración. Mis alcances llegan nada más hasta cierto límite, pero también hay mucha alegría, mucha satisfacción, mucho orgullo por haberlas escuchado, de que sus historias hayan sida publicadas primero en un medio y luego en un libro, y aunque sea con ese poquito contribuyo con algo para generar un pequeño cambio.

—¿Por qué publicar estas historias en libro?

Para que el lector reflexione sobre las condiciones que viven las mujeres en este país y que  han sido muy difíciles y lo siguen siendo. Hay pocos cambios, aún hay violencia, inequidad, el “techo de cristal”, pero también es importante ver que todas estas mujeres no son enemigas de nadie. El feminismo no es un monstruo con garras y dientes afilados, es algo a lo que hay que acercarnos de la manera más sencilla, más honesta y más abierta posible, porque el feminismo yo lo vivo de una manera incluyente, y eso es lo que quiero que la gente encuentre en este libro.

—¿Cómo se puede empezar a cambiar esta situación en México?

Desde la propia casa, lo he dicho muchas veces y lo voy a seguir diciendo. Si tienes un niño y una niña y le dices a ella que le sirva la sopa al hermano ya estas poniendo el antecedente de cómo van a ser las cosas, de cómo ese hombre va a tratar a las mujeres y de cómo ella se va a asumir frente a los hombres. Si le dices a tu hija de veinte años “no importa que no estudies porque al cabo eres mujer y alguien te va a mantener”, o si ves que tu hija casada y con una familia te dice que ya está harta de ese hombre porque no la escucha, no la respeta y no la valora y le dices que lo más importante es mantener a la familia unida y que debe pensar en sus hijos, ya estás propiciando la violencia desde la casa.

Otra parte es la educación en las escuelas, por supuesto, en el ámbito universitario. Empieza desde la casa pero no termina allí. Los medios de comunicación, el periodismo, las películas, novelas, cuentos, construyen este imaginario de lo que significa ser mujer y hombre en un país como este.

—¿Cómo permear esta idea en los sectores sociales más excluidos?

He escuchado en conferencias donde dicen que los medios impresos han muerto por el uso de internet, pero si vas a Chiapas es más fácil que tengas la paciencia de enseñarle a leer o de darle un material impreso a una persona a que se tenga acceso a internet. La desigualdad en este país no permite que el activismo a través de las redes sociales transforme la sociedad como lo ha hecho en otros países.

Siento que hay que hacer mucho trabajo, de apoyar a los defensores de los derechos humanos y de dar a conocer estas historias de todas las maneras que la imaginación no los permita. Esa es la parte en donde estaría el reto.

Nada va a cambiar de un día para otro, a la humanidad le ha costado décadas o siglos en evolucionar en algunas cosas, sólo espero que estos cambios les toquen a las generaciones que vienen después de nosotras, quiero que sea más fácil para mi hija y para sus hijos, si es que decide tenerlos.

LEE AQUÍ LA PRIMERA PARTE: Me interesa un feminismo tolerante e incluyente: Irma Gallo

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