Fotografía: EsImagen

Piñatas, símbolo de tradición familiar que se instaló en México

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MÉXICO.- De origen chino, de donde pasó a España y de ahí a México, la piñata forma parte de las tradiciones mexicanas más acendradas, y la familia de Isabel Mancilla se ha dedicado por años a su fabricación en la Ciudad de México, en diferentes variedades y de tamaño monumental que incluso exportan.

En entrevista con Notimex, doña Isabel refirió que actualmente China produce piñatas que transportan plegadas, ahorrando espacio, para trasladar millones a bajos precios, lo que significa una fuerte competencia con las mexicanas, que ocupan un volumen normal. Además, aquellas son frágiles y se romperán con el primer golpe

Conocedora del tema, refirió que el nombre de piñata se le puso en Italia y que cuando fue introducida a México, durante la época de la Colonia, hubo una época en la que estuvo a punto de ser prohibida, entre 1788 a 1796, “porque era demasiada fiesta, era mucha alegría, decían ¡cómo convertir algo tan serio en algo vano!”.

Como algo propio de los mexicanos, relató que este negocio familiar fabrica piezas que se venden en comercios, se exhiben en plazas comerciales e incluso se exportan a Estados Unidos o países de Europa.

“Empezó todo con el papá de mis hijos, que ya no está con nosotros, pero nos dejó una tradición”, detalló.

A partir del dibujo de una estrella, por una tarea de la escuela, su esposo comenzó a diseñar piñatas en una bodega, ofrecida por sus padres, donde fabricaría piñatas con moldes de barro. Posteriormente, las haría de modo tradicional, forradas con periódico y pegadas con engrudo.

“Era muy pesado trabajarlas de barro, hay perdidas como fabricante, ya terminada dices ‘Chin, ya se me estrelló´”, indicó.

En la actualidad, dijo, continúan con la producción de piñatas de barro, aunque en menor demanda en comparación de las de cartón, aunque advirtió: “por seguridad para ti, tus hijos y los invitados, con las de barro siempre habrá un descalabrado”.

Al detectar que con las de cartón podían trabajar mejor, más rápido y en mayor cantidad, su proyecto conjunto creció, ya no sólo hacían estrellas, también figuras, como Santa Claus, perros y personajes especiales.

Isabel Mancilla anotó que su esposo fue el primero que decidió introducir piñatas para vender en centros comerciales, así como estrellas de tres metros y medio metros de dimensión, y fueron “las primeras que estuvieron en Perisur, Perinorte, Plaza Inn”.

Como un comerciante que lo mismo podía vender comida rápida en la calle, que algo en un puente, cuenta que “era tan bueno en lo que hacía que no te dabas cuenta que le hacían falta dos dedos de su mano derecha”.

Tuvieron tres hijos, de quienes considera cada uno tiene una parte de él, una habilidad distinta; uno hace las piñatas, otro dirige a quienes están en el proceso de fabricación y el tercero las vende.

Como fabricante de piñatas, a ella le han dado imágenes “muy raras”, sin embargo, cuando las termina y entrega, comparte que es emocionante ver la cara de sorpresa de las personas, cuando le dicen que esa imagen que le dieron, cobró vida.

“Teniendo la habilidad no es difícil hacer piñatas, lo haces con gusto. Cuando ves todo lo que se debe hacer, son un buen de cosas, pero no lo sientes”, reconoció, al mencionar que la complejidad será para quienes no tienen esa facilidad, ya que “es ingeniería, mecánica, visión para combinar, para darle forma a algo”.

Sobre sus talleres de producción, donde trabajan casi 60 personas, expuso que comienzan a trabajar en mayo y junio, y sobre todo en la fabricación de piezas a base de cartón, ya que su producción implica entre seis y siete meses.

Detalló que tan sólo de piñatas de estrella con cinco pisos fabrican cada año entre 25 y 30 mil piezas, “son las que puedes ver en delegaciones, para ellos son para los que las trabajamos” más, pues también se pueden admirar en ciudades de Estados Unidos como Los Ángeles y Chicago, pero también llegan a Europa, en Inglaterra, Francia y España.

Isabel Mancilla señaló que pensar en grande no significa dejar el entusiasmo por si algo no se logra, sino “que te den más ganas para que eso se llegue a lograr; jamás creímos que nuestras piñatas estarían en un centro comercial, que saldrían del país o estuvieran en Europa, y lo hicieron”.

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