Foto: Cortesía

Se ha detenido la siembra de transgénico pero no su importación: activista

En PUEBLA Janet González Jiménez

PUEBLA, MÉXICO.- “La semilla transgénica (organismo genéticamente modificado OGM) es un negocio. Hay gente que piensa lucrar al grado de poder tener toda la alimentación del país en la mano. Las empresas que promueven el transgénico además de que le va a producir dinero y va a cobrar por la semilla, ellos van a decidir quién y qué siembra, esto es control alimentario, por lo tanto la única salida que dejan es sembrar transgénico” expresó Elena Kahn, presidenta de la Asociación Civil Guerreros Verdes.

“Cuando aparecieron las corporaciones y se apropiaron de las semillas, es decir las patentaron luego de modificarlas genéticamente para obligarnos a usarlas, encontré los daños que provoca este alimento, porque nuestro sistema inmunológico no reconoce los genes extraños y trae terribles consecuencias. Pero el negocio no está en la semilla transgénica, porque esta se vende una sola vez, está en el paquete tecnológico que se tiene que usar como complemento, en especial el herbicida glifosato y las substancias que lo acompañan” dijo.

La activista resaltó la importancia de que el campesino no permita que la semilla transgénica llegue al campo, porque dice que les han vendido la idea de la comodidad, “es muy cómodo aventar el herbicida, la culpa es que nos han vendido la idea a través de programas gubernamentales, hemos perdido la diferencia entre valor y precio, valor es la salud y el precio es el dinero que nos dan por votar por ellos.”

Agregó que sólo hay una forma de cuidar nuestra salud “debemos comer nuestra comida cultural, esa que hemos tenido por años, que contiene minerales, hidratos de carbono, proteínas y grasas naturales. Tenemos que comer sano.

Existe el plan de sacar del campo a los campesinos, recalcó Kahn, ya que el gobierno permite que se le pague al campesino dos pesos con 50 centavos, porque ya dio el permiso para que se importe el maíz transgénico y entonces involucra a otro sector, la “mafia de tortilleros” que existe en nuestro país y que encarece el precio de la tortilla lo que no hace sustentable para el campesino sembrar su maíz nativo. Entonces saben que no van a aguantar los campesinos. Los están “ahorcando económicamente”.

Es decir, que al perder biodiversidad en los cultivos y dedicarse al monocultivo, en el caso de pequeños y medianos surge el problema de la degradación de la tierra, resistencia a los herbicidas, desaparición de insectos beneficiosos, como los polinizadores, entre otros efectos perjudiciales para el ambiente y si ello fuese poco hay un impacto de los transgénicos en la salud del ser humano, abundó la especialista.

Para Elena Kahn, la lucha contra el transgénico no ha terminado, pues dijo que aunque se logró detener la siembra de estas semillas, el gobierno ha autorizado a que se importe maíz, este proviene principalmente de Estados Unidos y está modificado genéticamente. “Tenemos un gobierno que atenta contra sus propios ciudadanos.”

Aclaró que los científicos en todo el mundo dicen que ante la vida, hay que usar el principio de precaución, “este gobierno no lo está haciendo porque está motivado por el negocio. Es necesario que vea lo que sucede en los países que siembran transgénicos y el impacto tan severo que ha causado en la salud sobre todo en los niños.”

En octubre del año pasado, Elena Kahn asistió al Tribunal International Monsanto, como representante de nuestro país: “México fue el único país de América, que [en ese tribunal] no presentó enfermos por las fumigaciones y la alimentación. Lo que mostramos fue que nosotros tenemos detenidas, legalmente, todas las siembras de maíz transgénico desde hace ya tres años, por lo que presentamos ‘prevención’ de todas estas enfermedades. La delegación de Argentina presentó testimonios de nacimientos de niños con deformidades. Estados Unidos presentó un estudio realizado por una investigadora del Massachusetts Institute of Technology (MIT), de Boston, en que resaltó la relación del glifosato con los niños autistas, los cuales presentan falta de manganeso, pues el glifosato le quita minerales a las plantas”.

También dijo que la siembra de este organismo genéticamente modificado se encuentra suspendida desde hace tres años a causa del juicio que promovieron en septiembre de 2013 diversas asociaciones, campesinos y activistas. Sin embargo agregó Kahn, que Monsanto pretende obligar a la Suprema Corte de Justicia a que retrase el caso y empezar de cero, “calculan que no vamos a poder aguantar esta pelea, pero están equivocados, no se los vamos a permitir. Vamos a seguir luchando”.

Concluyó que la demanda colectiva no busca una condena o una reparación de daño causado por Monsanto sino que su finalidad es la prevención de las afectaciones irreversibles contra la biodiversidad que causaría si se permite la siembra del maíz transgénico.

Deja un comentario

Your email address will not be published.

*

LO ÚLTIMO DE PUEBLA

Ir Arriba